Alejandro Tur Valladares

* 1968

  • “Mira, fue una etapa mágica, donde pasamos muchísimo trabajo, pero donde vivimos, en este período, con una intensidad increíble. (…) Lo hacíamos con… a través de… no había internet, lo hacíamos a través de un fax que había en la casa de Guillermo Fariñas y era toda una experiencia mística, mandar una nota significaba que había veces que tenías que estar el día entero frente a aquel aparato, porque constantemente se iba cayendo la transmisión y tenías que repetir la operación… una operación que era muy rigurosa hasta que finalmente pasaba la hoja, el fax la ha digitalizado y la mandabas a través de la línea. Viajar era otro problema. Teníamos que levantarnos a las cuatro de la mañana, tomar un tres que se demoraba tres horas, a pesar de que Santa Clara está apenas a 90 kilómetros se demoraba tres horas… en un tren en unas condiciones tremendas. Muchas veces no íbamos sin desayunar, con apenas el dinero para ir y regresar. El tren era la mejor opción, porque era muy barato, apenas valía 1,50 o algo así, y con los pocos recursos que teníamos lo podíamos emplear entonces este tipo de transporte. Era agotador, pero a la vez era reconfortante, porque veíamos que algo que había acontecido dentro de la provincia que consideramos de valor informativo salía, algo que de lo contrario no se hubiera publicado. Y el hecho de saber que éramos nosotros que contribuimos a que esto tuviera lugar nos llenaba de reconcilio.“

  • “Siempre he vivido en el mismo barrio. La gente me conoce desde que nací y cualquier cosa que dijeran para tratar de desvirtuar mi imagen no iba a ser creída, porque las personas sabían quién yo era, cuál había sido mi comportamiento, de qué familia provenía. Entonces este tipo de herramientas no les resultaba. No obstante, lo inventaron con varios métodos, algunos de ellos muy creativos. En una ocasión me mandaron a un travesti. Fue alguien que llegó… yo estoy acostumbrado a recibir a personas en mi casa que vienen a presentar denuncias, a dar a conocer algún tipo de peculiaridad, un caso de algo que ha acontecido a él o a un familiar para que se le de un consejo. Este muchacho llega muy nervioso, sudoroso, y pensé: ‘Bueno, este es alguien que viene a dar una denuncia.’ Así estuvo unos minutos frente a mí sin decirme nada, hasta que finalmente le ofrezco un vaso de água y que me diga a qué ha venido. Y muy nervioso me dice: ‘Mira, tú a mí no me has hecho daño y yo esto no te lo puedo hacer.” Y yo: ‘¿Pero qué cosa, muchacho?’ Y me dice: ‘Yo acabo de salir de la primera unidad de la policía. Y me dijo un oficial que me está teniendo allí que si yo venía a tu casa y te haga un escándalo con que tú has tenido una relación conmigo, que ellos me quitaban el cargo que yo tenía.’ Por suerte estaba mi esposa, estaba escuchando la conversación, había una vecina también que fue testigo de aquello. Yo le di a este muchacho: ‘Mira, que tranquilo, que esto es algo que ellos utilizan con mucha frecuencia. Le di algunas palmadas y el muchacho se fue muy preocupado. Luego supe que finalmente cumplió prisión por no haber cumplido este tipo de mandado.”

  • “En el barrio mi papá tenía varios amigos y se hizo un hábito en la esquina de la casa sentarse a conversar lo último que se conocía de lo que estaba aconteciendo en la Europa del Este. Recuerdo que de forma humorística le pusimos a aquel lugar ‘La esquina caliente’, porque se suscitaban debates apasionados. Allí iba Ricardo, le decíamos El Gordo, combatiente de Escambray, fanático al comunismo, pero una bella persona. Es decir, más allá de las ideas que profesaba con el fanatismo que rayaba en imbecilidad, lo cierto es que es una gente muy noble, muy buena, y cuando terminaban aquellas discusiones, aquellos debates, se olvidaba el acaloramiento que esto suscitaba, se iba a la cuestión humana y la amistad prevalecía por encima de todo. (…) Todas estas discusiones, todas estas emisoras, toda esta programación que escuchaba, mi experiencia de los años 80 con esto del Mariel, la literatura que poco a poco fui asumiendo, fueron moldeándome y fueron convirtiéndome a Alejandro el activista, a Alejando el opositor, a Alejandro la persona que tenía ya un amplio descontento con lo que estaba viviendo.“

  • “Algo que me marcó y que de alguna manera define lo que soy hoy… el activismo político… fue en el año 1980 cuando el Mariel. Una tía paterna, junto al resto de familia, decidió marcharse de la isla y padeció lo que a partir de entonces se conocería como actos de repudio. Fue algo que viví en una etapa… ya estaba con el tratamiento del cáncer, en unas condiciones no solo del punto de vista de salud, sino emotivas bastante débil y aquel evento pues vino a reforzar, a potenciar estos sentimientos, estas experiencias que estaba teniendo. Vi como apaleaban a miembros de mi familia, como apedreaban la casa. La destruían literalmente hablando. Fue la primera vez que vi llorar a mi padre cunado intentó pasarles la comida. Llevaron tres días sitiados por las turbas que llevaban allí a gritarles cosas, a agredirlos. Y cuando mi padre intentó pasarles una cantina con alimentos, no se lo permitieron. Él se dirigió a la unidad policial, fue a hablar con los oficiales que estaban allí para que le ofrecieran algún tipo de garantía, de protección. Y aquellos se negaron. Recuerdo que mi padre regresó a la casa y llorando tiró la cantina. Lo vi desconsolado. Fue la primera vez que lo vi en estas condiciones.”

  • Celé nahrávky
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    Cuba, 23.10.2021

    (audio)
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Cuando se dieron cuenta de que no me iban a quitar mi actitud, se les bajó el entusiasmo

Tur Valladares Alejandro, 2021
Tur Valladares Alejandro, 2021
zdroj: Post Bellum

Alejandro Tur Valladares nació el 1 de diciembre de 1968 en Cienfuegos como el segundo hijo del matrimonio de un contador y una costurera. Tanto como la mayoría de los cubanos, la familia sufría una constante falta de dinero. Sin embargo, a pesar de que todos compartían una sola habitación en una casa con el techo de zinc, los padres lograron crear un ambiente de mucho amor en el cual los hijos vivían felizmente. Eso cambió cuando Alejandro contrajo cáncer. Concluyendo el quinto grado en la escuela tuvo que someterse al tratamiento que requería viajes frecuentes a los centros especializados en La Habana. Su padre las financiaba con el dinero de las recolectas hechas por sus compañeros de trabajo. Debido a la gravedad de la enfermedad pasó varios años en la cama en su casa, donde se puso a leer ferozmente la literatura clásica y más tarde continuaba con el estudio de historia, psicología y filosofía. Así iba adquiriendo un sentido por la libertad y democracia que se iba alimentando también por el pensamiento y la cultura democrática de su padre, por los debates que presenciaba y por los programas de radio extranjeros que se escuchaban en su casa. Además, una de las tías de Alejandro quiso emigrar por el puerto de Mariel y eso causó ataques y actos de repudio en contra de los miembros de la familia. Todas esas experiencias y circunstancias desembocaron en su interés por las actividades de la oposición cubana. Intentó unirse al Comité Cubano Pro Derechos Humanos y posteriormente trabajó para el Proyecto Varela de Oswaldo Payá. Conoció a Guillermo Fariñas y empezó a trabajar como periodista independiente para su agencia de prensa Cubanacán Press. La publicación de sus artículos sobre las violaciones de Derechos Humanos resultó en las represiones por parte de los agentes de la Seguridad del Estado. Por ejemplo, se le prohibía salir de casa y cobrar por su trabajo. Teniendo alguna experiencia con el funcionamiento de una agencia de prensa, decidió fundar la primera agencia de prensa independiente en Cienfuegos llamada Jagua Press, en la cual dirigió a un grupo de unos diez periodistas. Debido a ello sigue siendo el objeto de represiones y confiscaciones, no solo de su equipo de trabajo, sino también de sus pertenencias personales.