Následující text není historickou studií. Jedná se o převyprávění pamětníkových životních osudů na základě jeho vzpomínek zaznamenaných v rozhovoru. Vyprávění zpracovali externí spolupracovníci Paměti národa. V některých případech jsou při zpracování medailonu využity materiály zpřístupněné Archivem bezpečnostních složek (ABS), Státními okresními archivy (SOA), Národním archivem (NA), či jinými institucemi. Užíváme je pouze jako doplněk pamětníkova svědectví. Citované strany svazků jsou uloženy v sekci Dodatečné materiály.

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Laida Arcia Carro ()

La verdad te lleva a la libertad

  • nació en La Habana, hija de un arquitecto y una maestra.

  • su tío, Plinio Prieto, fue fusilado en octubre de 1960 por haberse opuesto a la dirección totalitaria que tomó la Revolución cubana.

  • a sus doce años, en 1962, se exilió junto con su familia a Estados Unidos.

  • desde el año 1997 empezó a divulgar la información sobre la persecución del médico cubano Óscar Biscet, quien sufrió arrestos por sus protestas contra el modo de aborto utilizado en Cuba y conocido como “método del Rivanol”.

  • para poder promover la lucha del doctor Biscet fundó la organización Coalición de Mujeres Cubanoamericanas y estableció diálogo con varias organizaciones.

  • se ha dedicado a documentar y divulgar la información sobre la persecución de los disidentes cubanos.

Laida Arcia Carro nació en La Habana, Cuba. En 1962, cuando tenía doce años, tuvo que exiliarse junto con su familia en Estados Unidos. El exilio fue la consecuencia de la postura que los miembros de la familia adoptaron frente a la dirección que tomó la Revolución cubana en los años después de su triunfo. La máxima expresión de esta postura, que dejó secuelas en toda la familia, fue el fusilamiento de su tío, Plinio Prieto, profesor de inglés y comandante de la guerrilla que se alzó contra Fidel Castro en la Sierra Escambray. “Tuvimos que irnos forzosamente de nuestro país”.

Marcada por el fusilamiento de su tío Plinio Prieto 

El tío de Laida Arcia Carro, Plinio Prieto, fue capturado y condenado a muerte y su destino no fue nada excepcional en aquella época. “Lo que querían era eliminar cualquier liderazgo que les quitara el poder totalitario de la isla de Cuba... Fue un hombre que murió con mucha dignidad, estoy muy orgullosa de él. Sus últimas palabras fueron: ‚Creo en Dios y en los hombres‘. Estaba completamente entregado a la causa. Lo aceptó hasta el último momento y murió con mucha dignidad”. Los hijos de Plinio Prieto tuvieron que esconderse, ya que las autoridades del régimen querían adoctrinarlos, sin embargo, pudieron exiliarse junto con su madre.

Entretanto, el Gobierno de Fidel Castro creó una historia falsa sobre los hombres que se levantaron en Escambray. “Que eran hombres malos, que se metían en las casas, robaban, violaban mujeres… todo eso era una falsedad. Era un hombre idealista que quería quitar ese totalitarismo, era mentira”. Por esa razón, Laida Arcia considera importante hablar sobre él. El fusilamiento de Plinio Prieto afectó tremendamente a los demás familiares. “Mi abuela se enfermó de los nervios para toda la vida. Yo tenía diez años, no me dijeron lo que había pasado, pero como mi madre se desmayaba yo me asusté, y sabía que algo terrible había pasado”. Una vez que los miembros de la familia empezaron a marcharse de Cuba, los padres de Laida decidieron también exiliarse. Al final, las autoridades les otorgaron un permiso para salir en 1962. Antes de irse, regalaron muchas cosas de su casa a su empleada doméstica, ya que sabían que el régimen iba a confiscarlo todo. “He vivido con una angustia del vacío, de no tener mi hogar, el lugar donde yo nací. Esto lo tienen casi todos los cubanos de nuestra generación. Es una angustia como de que falta algo y esa angustia en mi caso no se va”.

En muchos lugares, pero no en Cuba 

En lo que se refiere a la partida, Laida comenta que al principio todos los cubanos pensaban que iba a ser algo temporal. Siendo una niña de apenas doce años, todo era entonces una gran confusión.

Una vez fuera de la isla, Laida recuerda que no se hablaba de lo que había pasado. Sus padres, a pesar de que había alguna ayuda para los exiliados, se pusieron a buscar trabajo inmediatamente. Su padre se dio cuenta de que en Miami no iba a encontrar empleo, por lo que la familia decidió irse a Virginia, donde le ofrecieron trabajar como arquitecto. “Fue muy bonito, cuando llegamos, nos estaba esperando el director de la empresa. Sabían las condiciones en que veníamos, nos ayudaron a alquilar una casa, hasta nos pusieron toallas”. Allí estuvieron cuatro años. “Nos adaptamos, yo empecé a tocar la flauta y me gustó”. Sin embargo, su padre se enfermó de cáncer y la familia tuvo que regresar a Miami para buscar un tratamiento.

Posteriormente, su mamá encontró trabajo de profesora en Alabama y hacia allá se dirigió toda la familia. Fue entonces cuando Laida conoció a su esposo, quien había llegado a Estados Unidos a través de la operación Peter Pan. Los dos estudiaban en la Universidad de Alabama, Laida Pedagogía y él, Medicina. Al poco tiempo se fueron a Luisiana donde Laida empezó a trabajar como maestra. Luego, se fueron a España, puesto que el marido de Laida se había postulado para estudiar allí. En España, Laida tomó un curso de Artes Plásticas y vivieron en Sevilla un año hasta que Laida quedó embarazada. Decidieron entonces volver a Miami y allí, Laida empezó a cursar su maestría en la Florida International University, pero en vista de que su marido no pudo culminar sus estudios en Miami se marcharon nuevamente. Esta vez se fueron a República Dominicana y fue en esta isla en donde su marido, finalmente, obtuvo el título en Medicina mientras que Laida escribió su tesis de maestría. “Merengue por la mañana, por la tarde, por la noche, pero la gente era muy amable. Yo estaba enseñando Arte en las escuelas públicas”.

Apoyo a la disidencia cubana: el caso de Óscar Biscet   

Cuando su marido se hizo médico, Laida inició sus actividades de apoyo a los disidentes cubanos. “Un médico en Cuba estaba protestando por los abortos, por el número de abortos en Cuba y que estaba asesinando a los niños. El niño nacía vivo y lo dejaban morir”. Se trata del caso de Óscar Biscet. Todo empezó en 1997, cuando este hizo un estudio del Rivanol, un método abortivo que importaron a Cuba desde Vietnam. “Inyectan a la madre y el niño nace, y lo hacen en cualquier etapa. El niño nace vivo, en ocasiones no porque está todavía sin formar. En vista de que Óscar Biscet era perseguido y torturado por el régimen durante su investigación, Laida le propuso „Óscar, yo traduzco esto al inglés y lo llevamos a las Naciones Unidas”. Entonces, él le dictaba todo lo que le pasaba a Laida, quien lo grababa y traducía al inglés. Al cabo de un tiempo, ella fundó la Coalición de Mujeres Cubanoamericanas para trabajar en lo que era la divulgación de la información sobre el caso de Biscet. Inició diálogo con organizaciones de todo tipo con el objetivo de conseguir ayuda. Sin embargo, era muy difícil conseguir apoyo y en la OEA, por ejemplo, Laida llegó a estar hasta cinco veces. “Todo era una burla. Yo documenté por lo menos veinte arrestos. Eran golpizas, una vez lo dejaron hasta sin habla por las golpizas. Busqué apoyo de los cristianos, porque era cristiano; de los negros, porque era negro; de los médicos, de sindicalistas y toqué la puerta de organizaciones científicas. El mundo ha estado sordomudo”. No obstante, al final se logró generar presión suficiente para sacar a Óscar Biscet de la cárcel.

En lo que se refiere al trabajo de apoyo a la disidencia cubana, Laida menciona lo difícil que era debido a las intenciones de desacreditarla a ojos de los cubanos. „Ellos les decían a los activistas: ‚Esa contrarrevolucionaria está comiendo jamón cómoda con  aire acondicionado y mira donde tú estás. Tú estás en una cárcel pasándola bien mal‘. Ellos intentaban dividirnos y muchas veces lo lograban. Pero Biscet siempre me decía ‚mientras ellos me dicen eso, más creo yo en lo opuesto‘“. Para poder vivir una vida por lo menos un poco más tranquila, Laida hizo la resolución de dedicarse a las artes. “Me he alejado un poco de todo ese dolor”. Según ella, la situación en Cuba es muy decadente. Han pasado tantos años de la Revolución que mucha gente no sabe lo que pasó en 1959 y la generación de disidentes que lo recuerda ya está en una edad bastante avanzada. Además, Laida cree que a la oposición se le han enviado demasiadas cosas materiales y eso ha ocasionado cierta corrupción de la lucha. “Yo le pregunto a cualquier cubano en la isla: ‚¿Qué cosa es libertad?‘ Y ellos no saben… Hay que saber qué es la libertad para poder luchar por ella. Son generaciones de cubanos a las que se les ha lavado el cerebro y no saben qué es la libertad. El concepto de la libertad en Cuba no existe, el pensamiento crítico no existe. Ellos han vivido sometidos toda su vida”. Aun así, destaca que hay presos políticos y disidentes a los cuales hay que apoyar.

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