Následující text není historickou studií. Jedná se o převyprávění pamětníkových životních osudů na základě jeho vzpomínek zaznamenaných v rozhovoru. Vyprávění zpracovali externí spolupracovníci Paměti národa. V některých případech jsou při zpracování medailonu využity materiály zpřístupněné Archivem bezpečnostních složek (ABS), Státními okresními archivy (SOA), Národním archivem (NA), či jinými institucemi. Užíváme je pouze jako doplněk pamětníkova svědectví. Citované strany svazků jsou uloženy v sekci Dodatečné materiály.

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Nelson Rodríguez Diéguez (* 1937)

“Un día la historia lo recogerá todo”.

  • nacido el 13 de abril de 1937 en un pueblo cerca de Holguín.

  • después de la Revolución de Fidel Castro se incorporó en la organización 30 de Noviembre. Una mujer infiltrada en esta organización causó su detención en 1961.

  • estuvo detenido más de 2 años sin juicio alguno. Durante este tiempo sufrió tortura en un lugar conocido como Las Cabañitas y en La Cabaña.

  • encarcelado hasta 1970 en varias prisiones, entre ellas la de Isla de Pinos.

  • siendo preso plantado, tuvo que enfrentar violaciones de Derechos Humanos, maltrato, tortura y hambre.

  • una vez excarcelado, vivió 8 años vigilado y con dificultades de encontrar trabajo.

  • se exilió a Venezuela, de donde tuvo que salir tras la victoria de Hugo Chávez.

  • actualmente reside en Miami.

 

Nelson Rodríguez Diéguez nació el 13 de abril en un pequeño pueblo llamado Velasco, cerca de la ciudad de Holguín, a unos 26 kilómetros. Su padre trabajaba en una central llamada Chaparra, cerca de Velazco, y tenía una finca pequeña. Su madre era costurera. La familia era muy patriota y partidaria del Partido Auténtico. “Era una familia patriota, muy demócrata. Yo recuerdo que yo de niño… en los años 40… mi partido era… había un partido en Cuba llamado el Partido Auténtico de Grau San Martín. Mi madre era una fanática de él”.

Fue una familia humilde y por lo tanto antes de intentar los estudios de arquitectura, sin embargo, por razones económicas, empezó estudiar contabilidad. “Yo quería ser arquitecto. Pero por razones económicas más bien me traté de hacer primero contador… que había escuela de comercio… que era más económico hacerlo para después aspirar a lo demás”.

Llegada la Revolución, la familia se opuso sobre todo a los fusilamientos efectuados por el Gobierno revolucionario. Nelson se trasladó a La Habana en 1956. “Tenía que buscar la forma de salir adelante”. Casi inmediatamente se incorporó en una organización llamada 30 de Noviembre fundada en Camagüey en 1960, que luchaba por democracia. “Llegué a ser hasta… tuve que trabajar en las finanzas y en la organización de la 30 de Noviembre, hasta que caí preso. Buscaba dinero para cubrir las finanzas. Dentro de la organización fusilaron a algunos amigos que estuvieron en un alzamiento en Oriente por la zona de Pilón. La lucha era muy larga y muy fuerte. Nosotros tuvimos una cantidad de fusilados enorme”.

El 3 de noviembre de 1961 fue detenido después de que se produjera una infiltración en la organización. “Su nombre era Blanca. Yo tenía un lugar de escondite donde no tenía problema, pero ella se enteró, y bien, me agarraron y empezaron las torturas horribles”. Pasados dos días detenido en La Habana, se procedió a su transporte a un lugar desconocido.  “Cuando fui a salir, me dijeron los que me llevaban: Deja todo lo que tienes arriba que vas a un lugar donde no sobrevives. Al salir había un carro, me lo señalaron… yo legué en frente del carro… abrí la puerta y me señalan que me tengo que tirar al piso. Yo le dije: No, que… Entonces me dieron un empujón, me dieron como un manto por arriba, me pusieron un gorro, me pusieron los pies encima…” No sabía dónde se encontraba. “No sabemos dónde está ese punto, unos le dicen Las Casitas, otros Las Cabañitas y otros Punto X”.  Era una casa de campo en las afueras de La Habana, donde se llevaban a cabo los interrogatorios. En este lugar pasó unos 121 días en condiciones infrahumanas, desnudo y encapuchado con interrogatorios brutales. No podía bañarse, cepillarse los dientes, sufrió hambre y sed. “Perdí la dentadura… no que me la sacaran… se te ponía blandito. Dolores que no tienes consuelo… Y un día me fueron ahorcar, pero yo ya había pasado tanto tiempo que yo me quería realmente morir. Ellos se iban riendo de mí, me encaramaron en algo, yo no sabía nunca porque tenía la cabeza tapada. Me pusieron un lazo y esto no lo olvido nunca, todas las palabras esas… Me dice: A ése que tú crees, ruega y pide que te salve... ¡que no te salva nadie!” Sufrió muchas torturas de este tipo en aquel lugar. Allí vivió una experiencia mística. “Una ráfaga de aire me hizo respirar y sentí una voz como de mujer y una mano que se me puso aquí. La voz me dijo: Hijo querido, de aquí sales. te esperan 33 días agrios, amargos como la naranja agria. Eso me salvó la vida. Me dio fuerza”.

Después de los 121 días fue trasladado a La Cabaña, donde pasó unos 23 meses. “Eran fusilamientos constantes”. Por ejemplo desde el 30 de agosto hasta el 23 de septiembre de 1962 mataron a unas 400 personas. “Pero le garantizo que fue una multitud de fusilados con un valor y un patriotismo que, eso hay que reconocerlo siempre, aquellos muchachos. Una juventud educada, preparada, con un futuro grande, todo se acabó…” Después de los 23 meses se procedió finalmente con el juicio. Nelson no tuvo ninguna declaración en este juicio, no dijo nada. “Como yo no hablé, nadie que estuvo conmigo pudo caer preso. Y si cayó, fue por otras cosas”.

Fue trasladado a la prisión de la Isla de Pinos donde permaneció preso desde 1964 hasta 1967. Allí la tortura y las golpizas se volvieron una cosa cotidiana. “En ese lugar me daban golpizas a diario”. Murieron varios amigos suyos, víctimas de la violencia de algunos de los cabos. Les sacaban cada madrugada a trabajar. “Algunas veces hasta sin zapatos había que andar, y con las ropas rotas… te quemabas… y ellos por gusto te pinchaban”. Nelson se unió al grupo de presos plantados que rechazaban incorporarse al programa de rehabilitación. “No quiero hablar mal de los que aceptaron el plan, porque todos sufrimos mucho, padecimos mucho. Si no lo vives, no lo entiendes. ¿Cómo un ser humano podía hacer eso a otro ser humano? Eso no cabe…”

Pasados casi diez años en diversas cárceles en toda Cuba, entre ellas una llamada Cinco y Medio en Pinar del Río y otra llamada Kilo 7 en Camagüey, fue excarcelado, sin embargo, constantemente vigilado por la Seguridad del Estado. “No podía ir a la ciudad de La Habana, no podía ir a las playas que estaban cerca de donde yo vivía. Y si había algo... ay venían a la casa para golpearte”. También le resultaba bastante difícil encontrar un trabajo. Donde llegué a trabajar, había un tipo que decía: La gente como tú no la quiero aquí. ¡Vete!” Fue un aislamiento total.

Se fue al exilio a Venezuela en 1978. “Yo tuve suerte, eso lo dispuso Dios, porque a los tres días de llegar nos tenían en un lugar que se llamaba La Quinta Doña Dilia en Caracas, donde podíamos entrar a desayunar, almorzar... comer y salir. Había unos ciento y pico presos allí”. Encontró trabajo en la planta de Pepsi Cola. “A los once meses tuve dinero para sacar de Cuba cinco familiares pagando 600 dólares”. Posteriormente montó junto con su familia una pequeña tienda de piezas de automóviles en tres estados del país. Permaneció en Venezuela hasta la victoria de Hugo Chávez. Después de la elección de Hugo Chávez le hicieron una entrevista sobre política que salió en la televisión, y eso le causó un enfrentamiento con un grupo de personas que le agredieron con pistola. Tuvo que abandonar el país y se fue a Estados Unidos.  Desde allí comenzó a apoyar a los pequeños bibliotecarios que brindan a los cubanos en sus bibliotecas independientes libros que tratan temas como la libertad y la democracia. Con regularidad manda libros, se dedica a archivar los testimonios de las personas afectadas por haberse enfrentado con el régimen instalado por Fidel Castro.

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